miércoles, 30 de septiembre de 2009

Argentina secreta: El Norte neuquino


La provincia de Neuquén se encuentra en el Sudoeste de Argentina, siendo la que se ubica más al Norte de las provincias patagónicas. Está separada de Chile por la Cordillera de los Andes y es conocida por turistas de todo el mundo, principalmente por las localidades de San Martín de los Andes, donde vivo, famosa por su centro de esquí y el maravilloso Parque Nacional Lanín. Villa La Angostura, más pequeña, donde también se esquía en el Cerro Bayo y se accede al único Parque Nacional Arrayanes. Junín de los Andes, mas conocido por los pescadores de truchas argentinos y extranjeros. Situándose los tres sitios al Sur de la provincia.

Pero que pasa cuando viajamos hacia el Norte?. Pasando Junín de los Andes y transitando la R.N. 40, torciendo luego hacia la misma Cordillera, nos encontramos con el Parque Provincial Copahue-Caviahue. El pequeño pueblo de Caviahue, dentro de la reserva, se sitúa a orillas del Lago Agrio o Caviahue, con una interesante forma de herradura que puede apreciarse desde las elevaciones de la región. El lago lleva este nombre debido a que es alimentado por el Río Agrio, que baja desde el Volcán Copahue de 2.965 m.s.n.m., en actividad, y viene cargado de gran cantidad de minerales, que le dan ese sabor agrio a sus aguas y hace que no se desarrolle vida en él.

 

 

El río, a su vez, forma una serie de bellísimas cascadas, que mas cerca del volcán van corriendo y cayendo entre bloques de basalto columnar y el bosque de araucarias (Araucaria araucana), árbol símbolo e insignia de la región, parte de la dieta de la comunidad Mapuche, cuyo género es de época prehistórica y se encuentra en proceso de extinción, hoy protegido y de corte prohibido. Merecería un relato aparte sólo para el árbol.
Después de atravesar el pueblo y alimentar el lago, el río sigue su curso adentrándose en la zona de pastizal, a 8 km al NE de Caviahue, cae en un inmenso hueco, formando lo que se conoce como el Salto del Agrio, caída de agua de unos 60 m de altura. Debido a las pequeñas gotas que flotan en el aire por la caída, es común la formación de arcoíris, sumado al color amarillo-anaranjado de las orillas por la acumulación de minerales, hacen que la belleza de este lugar sea poco común.
A 19 km al NO de Caviahue, se encuentra el complejo termal de Copahue, a 2.000 m.s.n.m., que funciona desde fines de primavera hasta principios del otoño, debido a que el resto del año queda cubierto por la nieve.




Tomando la ruta de ripio que atraviesa la pampa de Trolope, nos topamos con el aislado y encantador paraje El Huecú, que es como un oasis en la estepa. Tiene un hotel, la escuela y el hospital. Y unos habitantes cálidos. Al empalmar nuevamente el asfalto de la ruta 40, nos dirigimos a Chos Malal, la ciudad más grande del Norte neuquino, aunque no supera los 1800 habitantes.

Un personaje curioso, Don Costa, es un griego dueño de la hostería y el restaurant que llevan su nombre. Encontrarse con un griego aquí!. Llegó de joven a San Martín de los Andes, pero la lluvia del bosque andino-patagónico lo hizo regresar a su soleada Grecia natal. Al parecer por cuestiones familiares decidió regresar a Argentina, pero con al convicción de no soportar mas lluvia y por esto eligió Chos Malal, donde el sol brilla unos 300 días al año.
Fue esta ciudad la primera capital de la provincia, pero hoy se ha quedado un poco en el tiempo. Es aquí donde empezamos a notar el alma del Norte. Casas de abobe, acequias, alamedas y muchos chivos (cabras), es sede de la Fiesta Provincial del Chivo.





Unos 50 km al NE de Chos Malal, por un serpenteante camino de ripio y en ascenso, nos encontramos con lo que considero una de las más valiosas áreas protegida del lugar, el Área Natural Protegida El Tromen, eco región de estepa patagónica y altos Andes. En la zona más baja, el Bañado Los Barros, es un humedal de altura con vegetación de juncos que alberga una importantísima avifauna, además de servir como parada fundamental para algunas especies de aves migratorias. Si seguimos subiendo por el camino llegamos a enfrentarnos con el imponente Volcán Tromen de 4.114 m y la vista de su oscuro escorial, testigo de la última erupción. Enfrente de éste se yergue el Cerro Wayle de 3.296 m.

Al pie del volcán, la laguna de altura Tromen a 2.000 m.s.n.m., donde observamos aves tales como varias especies de patos, cisnes de cuello negro, flamencos, macaes y muchas otras.
Como buena parte del Norte neuquino es ésta zona de endemismos, una lagartija que sólo aquí puede encontrarse y un arbusto del género Adesmia, el colimamil, muy apreciado como leña.





Si en cambio tomamos hacia el NO, entraremos en el pintoresco pueblo de Andacollo, con pasado de minas de oro y hoy tratando de fomentar el turismo.

Un importante factor antropológico de todo el Norte neuquino es la actividad de los “veranadores” (no veraneadores), verdaderos trashumantes que cabalgan kilómetros durante el verano buscando mejores pastos para sus cabras, para volver con los animales a casa, antes que comience el invierno. Van a hacer la “veranada”.
Otra vez con rumbo Norte, por el polvoriento camino, comenzamos a divisar la Cordillera del Viento, paralela a los Andes. El próximo pueblo es Las Ovejas. Donde se realiza en Enero la fiesta de San Sebastián, santo presente en toda la región. Aparentemente llegó de España a Chile y luego cruzó los Andes. La cuestión es que esta es una fiesta muy importante, cuya gracia reside en que gente llega caminando desde muy lejos. Algunos peregrinan durante días y días para llegar. Termina el domingo con un gran asado comunal!




A 30 km al NO de Las Ovejas está el Área Natural Protegida Epu Lauquen, de bellísimo paisaje de lagunas, montañas y bosque. Límite septentrional del bosque andino-patagónico, que hacia el Sur se extiende miles de km hasta Tierra del Fuego y la Isla de los Estados. Es, además el único lugar de la Argentina donde es posible observar un ave llamada huet-huet castaño (Pteroptochos castaneus), solamente aquí vi flores de amancay rosado, mas comúnmente amarillo-anaranjado, que también se encuentran. Una extraña Cactácea del género Maihuenia, de vistosas flores aparece en las zonas bajas. Muy buen lugar para caminatas por senderos entre rocas, bosque y cascadas.




De Las Ovejas al Norte, previo una parada en el mirador de La Puntilla desde donde se divisa muy abajo el Río Neuquén y majestuosa, enfrente, la ya mencionada Cordillera del Viento, se arriba a Varvarco, donde habitan unas 400 personas y solamente dos teléfonos existen y ambos con el mismo número!, pacífico y aislado pueblo es prácticamente el último punto de población concentrada.

Mas al Norte el paisaje se torna inhóspito, misterioso y mas que interesante. Varios desvíos desde el camino principal, nos llevan a parajes como Los Bolillos, extrañas formaciones de arenisca que recuerdan monjes en procesión. El cajón del Atreuco, aquí el río se encajona en una formación que nos deja mudos. Los Tachos, donde llegamos luego de una caminata por la falda de la montaña, para ver fumarolas de vapor hirviendo que emergen desde el fondo del arroyo Covunco y donde proliferan algas termófilas de vivos colores. Un lugar magnífico, apasionante y que muy poca gente conoce a pesar de su llamativa belleza.
Más adelante se encuentra el campamento base para ascender el cerro Domuyo de 4.709 m siendo la montaña más alta de la Patagonia.
Aguas Calientes es otro paraje donde las cascadas son de agua realmente caliente y quien hasta aquí llega, tiene la recompensa de un baño termal natural.




Más adelante, muchos km de bellos paisajes y soledad, también pasando a la provincia de Mendoza.

La Naturaleza y la Cultura del Norte neuquino, como podrán apreciar, es de una riqueza y una personalidad extraordinaria. Muy pocas personas, incluso de Argentina visitan estos lugares, tal vez por la escases de servicios, tal vez por desconocimiento.
Es este apenas un apretado resumen de lo que allí se ve, de lo que allí se vive. La mayoría de los nombres de la geografía, son vocablos indígenas, como pueden ver, de origen mapuche. Muchos otros sitios y costumbres quedan pendientes, pero bueno, como para empezar.
Volveré con esto de los lugares mas escondidos de la Argentina, hay muchos, muy variados e interesantísimos.
Espero que lo disfruten.
Gracias!.
Norber.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Atacama


El Norte de Chile es uno de esos lugares en el mundo para los que reservamos calificativos tales como mágico, misterioso, inhóspito, magnífico…, como hago para no caer en lugares comunes…?, bello.
La II Región, llamada Antofagasta, limita al Este con Argentina y Bolivia, y al Oeste con el Océano Pacífico. Es aquí donde se encuentra una de las zonas mas secas, con menor humedad, del mundo: el desierto de Atacama.


Visité Atacama llegando desde el Oeste, desde Argentina, y la experiencia así es completa y enriquecedora. Una de las regiones más bellas de Argentina es la Quebrada de Humahuaca, en la provincia de Jujuy, en el extremo Noroeste del país. Transitando por la Ruta Nacional n° 9, que corre por la Quebrada, tomé el desvío hacia Purmamarca por la RN n° 52 trepando en un zig-zag vertiginoso por la llamada cuesta de Lipán, la cual en su punto mas alto supera los 4.000 m.s.n.m., para luego descender hasta encontrar un paisaje de un color blanco intenso: las Salinas Grandes.


Kilómetros mas adelante, se encuentra Susques, pequeño pueblo situado sobre el Trópico de Capricornio, en plena estepa altoandina. Es este el último antes de cruzar la frontera y donde es posible visitar su antigua iglesia del año 1598, construida con adobe y piedras.
No quiero extenderme sobre todo esto, ya que da para relatos aparte. Sólo para entrar en situación…

En el paraje Jama es donde está el puesto de migraciones argentino, aquí Gendarmería Nacional y Aduana, realizan su trabajo. Al cruzar el Paso de Jama, uno ya se encuentra en territorio chileno.

El Paso de Jama se sitúa a 4.230 m de altura s.n.m., siendo así uno de los más altos de la frontera entre Argentina y Chile, desde donde puede apreciarse el Salar de Jama en su amplitud.
A partir de aquí el camino trepa por los Altos Andes y el paisaje es de “Puna” o pastizal altoandino superando los 4.600 m.s.n.m., alternando con desierto total, salares, lagunas o “vegas”, cerros y volcanes.

En el Salar de Aguas Calientes, nos encontramos con una hermosa laguna de color azul intenso, la cual refleja los cerros Negro y Losloyo, que superan los 5.000 metros de altura. El espejo de agua está rodeado por pastos de color dorado, que acentúan más su belleza.

Pocos kilómetros mas adelante aparecen unas rocas gigantescas que se elevan solitarias en el terreno arenoso, son los Moais de Tara. En esta zona encontramos también varias lagunas rodeadas de pastizal amarillo, las Vegas de Quepiaco.
Toda ésta área pertenece a la Reserva Nacional Los Flamencos de casi 74.000 hectáreas. Es muy común ver manadas de vicuñas, camélido americano protegido, además de zorros y una interesantísima avifauna de altura, donde se destacan tres especies de flamenco que en ocasiones tiñen de rosado las lagunas o el cielo al levantar vuelo en conjunto.


Un desvío desde la ruta principal, de ripio, lleva al Hito Cajón, la frontera con Bolivia a 5 km de distancia. Es el camino que lleva a la Laguna Verde y al sublime Salar de Uyuni.

A partir de aquí la ruta desciende de manera abrupta durante unos 15 km. En las banquinas se ven dársenas de frenado para los camiones, ya que es realmente empinado el descenso.
La vista del imponente volcán Licancabur (5.916 m de altura), nos indica que estamos llegando a San Pedro de Atacama, luego de haber recorrido unos 150 km desde el límite con Argentina. Antes de ingresar al pueblo, es necesario hacer los trámites migratorios.
En San Pedro de Atacama uno vuelve a respirar con comodidad, ya que se encuentra a 2.436 m.s.n.m., se considera a la comuna como la capital arqueológica de Chile. Es un paraje muy pintoresco y muy bello, escasamente poblado, pude ver visitantes de muchos lugares del mundo, especialmente europeos. Es muy agradable recorrer sus callecitas y hay varias visitas de interés. La iglesia de San Pedro, declarada Monumento Nacional, data del siglo XVII, aunque partes fueron reconstruidas. El Museo Arqueológico Gustavo Le Paige, que conserva piezas de la cultura atacameña. La Feria Artesanal.



El Valle de la Luna, declarado Santuario de la Naturaleza, se encuentra al Noroeste de San Pedro, dominado por la Cordillera de Domeyko, desde donde puede observarse una gran depresión, el Salar de Atacama y la cordillera de los Andes donde se destacan inmensos volcanes: Licancabur, siempre presente, Aguas Calientes, Lascar y Acamarachi.
Observamos también un extenso campo de dunas, por el cual un sendero nos lleva a la Duna Mayor, desde cuya cima la vista es conmovedora: los volcanes, la Cordillera de la Sal de afiladas aristas y el Anfiteatro.





Otra de las visitas imprescindibles desde San Pedro son los Geiseres del Tatio. Es un campo geotérmico generado por la actividad del Volcán Tatio, el espectáculo de estos chorros de vapor de hasta 10 m de altura te dejan sin aliento. La visita debe hacerse temprano por la mañana, entre las 5 y las 8, cuando el vapor se condensa por el frío (cuando llegué a las 6, la temperatura era de -12°C, brrrr…!). El camino para llegar aquí es bastante complicado, ya que se encuentra en mal estado y se sube, nuevamente hasta los 4.300 m.


De regreso a San Pedro me detuve en Machuca, típico pueblo atacameño de 15 casas a 4.000 m.s.n.m., dedicado a la agricultura y a la cría de llamas (otro de los camélidos americanos, hoy totalmente domesticado).



Si nos alejamos hacia el Oeste, dejando ya San Pedro de Atacama, llegamos a la ciudad de Calama, cerca de donde se encuentra Chuquicamata, la gran mina de cobre a cielo abierto, que visitara Ernesto “Che” Guevara, en su primer viaje por Sudamérica y que puede verse en la película “Diarios de Motocicleta”.
Mas al Oeste, Antofagasta y el Pacífico. Pero esa ya es otra historia.
Sudamérica también tiene lo suyo, no?.
Ojalá lo disfruten.
Norber.

El duro mediodía de las grandes arenas ha llegado:       el mundo está desnudo,
ancho, estéril y limpio hasta la últimas
fronteras arenales:
escuchad el sonido quebradizo
de la sal viva, sola en los salares:
el sol rompe sus vidrios en la extensión vacía
y agoniza la tierra con un seco
y ahogado ruido de la sal que gime.

“El desierto” Pablo Neruda

lunes, 14 de septiembre de 2009

Swazilandia: Un reino en África.

Tenía ganas de volver a Swazilandia.
No había viajado allí desde hacía un tiempo y quería ver en que había cambiado. Me gustó tanto la primera vez que no quería decepcionarme, pensando en lo que a veces causa “el progreso”, en lugares donde las tradiciones son tan importantes en el ritmo cotidiano.
Finalmente en Noviembre pasado pude cumplirlo y me sorprendí bien. Encontré calles mas transitadas, mas automóviles, algunos edificios altos en la capital y hasta una autopista!!, que cubre los 23 km que hay entre Manzini y Mbabane, las dos ciudades mas importantes, en términos de población, del país.
Pero la tradición más auténtica del país estaba intacta: la calidez y la amabilidad de su gente.
Dos curiosidades marcan la personalidad de Swazilandia.
Con un poco mas de 17.000 km2 es el país mas pequeño del hemisferio Sur, esto quiere decir que su superficie es bastante menor que la de la provincia de Tucumán, en Argentina y menos de la mitad de Suiza.
Por otro lado es la última monarquía absoluta de África. Siendo Mswati III, el rey actual.
Limita solo con otros dos países, la República de Mozambique y la República de Sudáfrica, dependiendo su economía fuertemente de esta última.
Su población apenas supera el millón de habitantes, de los cuales la gran mayoría pertenece a la etnia swazi. Pero también encontramos una importante minoría zulú y un poco menor es la tonga. En mucha menor medida, uno se cruza con indios y pakistaníes, comúnmente en sus prósperos comercios. Y mucho menos con europeos, pero pude charlar en mas de una oportunidad con portugueses o descendientes de éstos, seguramente llegados de la vecina Mozambique.
La mayoría se comunica en inglés con el extranjero, siendo una de las lenguas oficiales junto con el SiSwati (muy similar al zulú).
Llegué desde Sudáfrica, entrando al Reino de Swazilandia desde el Sur por el paso fronterizo de Golela (SA) / Lavumisa (SW). La ruta atraviesa la región de Shiselweni, la más austral del país por un paisaje de árida y desolada sabana, que más al Norte se va tornando más verde debido a las plantaciones de caña de azúcar. Es común ver gente caminando al costado de la ruta, mujeres con niños en sus espaldas o con atados de leña en sus cabezas, hombres con herramientas de labranza al hombro. África sigue su pulso.
Al arribar al pueblo de Big Bend (Gran Curva), uno puede seguir al Norte, hasta Simuniye, en la región de Lubombo, al pie de los montes Lebombo, que separan Swazilandia de Mozambique y desde aquí visitar Mlawula Nature Reserve, donde es posible realizar bellas caminatas y observar su importante población de antílopes.
O, efectivamente, tomar la gran curva y dirigirse al Oeste hacia la región de Manzini. Antes de llegar a la ciudad de Manzini (que da el nombre a ésta, una de las cuatro regiones en que está dividido el país), es posible detenerse, llegando temprano, en Mkhaya Nature Reserve, refugio para animales amenazados. Es posible ver aquí elefantes, rinocerontes y varias especies de antílopes.
Manzini es la segunda ciudad más grande del reino, la más cercana al aeropuerto internacional y la que tiene una pequeña zona industrial, la cual dicen, debe evitarse al anochecer.
Es aquí donde ocurrió una simple anécdota que me conmovió y me hizo pensar eso de que el progreso no destruyó la calidez de los habitantes de Swazilandia. Quería tomar la autopista hacia Mbabane, la cual ya he comentado, y estaba un poco desorientado por ser algo nuevo para mi. Me detuve a preguntar a dos jóvenes amigos que caminaban juntos, bordeando la calle de un barrio sencillo. De aspecto humilde y sonriente se desvivieron por explicarme como acceder a esa autopista, que había quedado bastante lejos de donde nos encontrábamos. Nunca fueron mi fuerte las autopistas, no señor.
Hablaban entre ellos en su idioma natal y me comunicaban en inglés la conclusión. Ninguno de los tres estábamos muy seguros de para que lado ir. Finalmente uno propuso que el otro me acompañara para guiarme, cosa que me entusiasmó. Pero al momento sentí un nudo en la garganta y los ojos se me humedecieron, cuando el de la propuesta sacó de un bolsillo de su saco raído un billete arrugado para que su amigo pudiera volver en el autobús. Por supuesto que no lo permití y este simpático compañero me guío hasta la bendita autopista, ganándose una buena propina con todas las de la ley, lo que amplió su sonrisa aún más. Durante el viaje hablamos de Swaziland pero por sobretodo de Argentina!!, quería saber, se sentía orgulloso de guiar a un argentino desorientado en África y estuvo seguro que Argentina sería el próximo campeón mundial de fútbol. Pensará lo mismo hoy?, mmm…
Ya en la región de Hhohho y en el Valle de Ezulwini, antes de llegar a Mbabane, se encuentra Mlilwane Wildlife Sanctuary. Esta fue la primera reserva de Swazilandia y es una de las más bellas, a pesar de que ya la ciudad se está acercando mucho y la presión de población y de los cultivos se está haciendo sentir. Es posible observar aquí rinocerontes, jirafas, cebras, antílopes y es el lugar donde se realizó un exitoso programa de cría de hipopótamos que casi habían desaparecido del país. Hoy es posible observarlos, tanto como a cocodrilos y gran variedad de aves, desde la terraza del restaurant del parque. Uno se aloja aquí en viviendas típicas swazi, una experiencia interesante.
Para aprender sobre el estilo tradicional de vida rural swazi vale la pena visitar Mantenga Cultural Village, no lejos del parque, rodeada como este de las Nyonyane Mountains. Pueden verse aquí sus viviendas con forma de domo, un integrante de la comunidad explica sus costumbres, son bonitas las artesanías que vende la “big mama”. Y un espectáculo sobrecogedor son las danzas folklóricas al ritmo de los tambores que conmueven hasta la médula.
A una corta caminata desde aquí podemos acceder a Mantenga Falls, una de las bellas caídas de agua de la zona.
La próxima parada fue Mbabane, la capital del país. No es muy pintoresca pero es donde se encuentran la mayoría de los bancos, estaciones de servicio y supermercados grandes como para abastecerse. El Swazi Market es un buen lugar donde comprar artesanías buenas y a buen precio.
Saliendo de Mbabane al noroeste, comenzamos a recorrer un camino ondulado que va subiendo. El paisaje es predominantemente rural, las vistas desde lo alto hermosísimas y encontramos niños llamando la atención de distintas formas para que uno pare y vea las artesanías que están vendiendo. Es lindo charlar con ellos y comprarles algo. Siempre quieren una foto y creo que corresponde la recompensa por vender su tierna imagen.
Más al Norte vamos, mas subimos y nos adentramos en zona montañosa y húmeda. En Malolotja Nature Reserve es posible realizar bellísimas caminatas, algunas bastante duras!.
Llegando a Pigg´s Peak, un bonito y tranquilo pueblo donde quedarse, es posible visitar Phophonyane Falls, otra de las caídas de agua en una zona de densa vegetación.
Así dimos la vuelta a Swazilandia, entonces aquí termino.
Claro, no todo está bien. El sida está haciendo estragos, bajando de manera abrupta el promedio de vida de la población. Para esto está colaborando mucho la corrupción de las autoridades, que es otro de los males.
Me resultó muy placentero volver al reino y comprobar que la calidez y la amabilidad de su gente estaban enteras.
Espero que disfruten mi relato. Pienso hacer una pequeña pausa con África, sino, me entusiasmo y no paro.
Gracias a todos!.
Norber.